Remedios naturales para un mundo tecnológico

Hojas secas de olivo acebuche o silvestre (olea europaea var. sylvestris)

Plantas que cuidan con su magia intrínseca

Recopilatorio de remedios naturales

Las plantas son seres que, muchas veces, pasan desapercibidos entre tanto estímulo tedioso. Normalizamos su historia y sus virtudes, como si fuese algo que abunda, que escasea, que es algo antiguo. El conocimiento de las plantas y, en consecuencia, su elemento medicinal, ha quedado en un segundo plano desde que somos parte de la consecución de la primera era industrial. Con ello, muchas cosas que eran parte del conocimiento popular, aquello que era parte de una habilidad heredada, aquello que se conseguía con esfuerzo y dedicación ha quedado, parece ser, arrinconado en la sabiduría que no regresa, que no está presente, que no se le espera en la modernidad.

Aunque todo ha ocurrido así desde una perspectiva colectiva, desde mi experiencia personal, nunca he dejado de cultivar ese saber ancestral, ese que formaba parte de mis abuelos, de mis antepasados lejanos, de toda la tradición que robustece a la humanidad. Muchas veces recurro a las plantas que se encuentran en mi jardín cuando algo está alterando el bienestar de mi cuerpo. Sin embargo, la potencia curativa que tienen la mayoría de los vegetales no solo se reserva para el físico, sino que, además, hay muchas que alteran nuestros estados emocionales para mejor.

Cera de abeja pura

En esta entrada voy a explicar una serie de remedios que suelo usar recurrentemente en mi día a día. Todos ellos son cremas que aúnan las diferentes características sanadoras, nutritivas y terapéuticas de las plantas elegidas. Para ello, tengo a mi disposición una serie de productos que pertenecen a la cosmética natural como es, por ejemplo, la vitamina E, un conservante natural para elaboraciones con fase oleosa (que llevan grasas como mantecas o aceites).

Entre otros productos que suelen dar una base a las elaboraciones grasas como las cremas encontramos la cera de abeja (o la cera de arroz si se prefiere una alternativa totalmente vegetal), sustancias oleosas (aceite de oliva, aceite de almendras) y un conservante (natural o sintético) que alarga la vida útil del ungüento.

Productos utilizados en la cosmética natural

Teniendo ya los cimientos básicos de las cremas naturales, podemos proceder a la complejidad del producto, que no es más que añadir el tipo de planta que se necesita para el uso que se le quiere dar a la elaboración. La extracción de las propiedades curativas de los vegetales se puede hacer de diversas maneras y entre las técnicas usadas encontramos el oleato (infusión en aceite de la planta al baño maría), el aceite esencial (que se puede extraer con la ayuda de un alambique o, si no tenemos uno, podemos comprarlo en alguna herboristería o tienda de cosmética natural), la tintura (la maceración de la planta fresca en alcohol para licores) o la clásica infusión caliente en agua.

En las siguientes elaboraciones que voy a compartir, tan solo usaremos la técnica del oleato con aceite de oliva virgen extra, pero, sobre todo, en las cremas presentadas se utilizará el baño maría como medio de extracción de las propiedades medicinales vegetales, así como para derretir las ceras o mantecas usadas.

🧴 P R I M E R  U N G Ü E N T O:  C R E M A  D E   C A L É N D U L A

La caléndula es una planta originaria de la región mediterránea, conocida por sus propiedades cicatrizantes. Se ha empleado desde muy antiguo para remediar el dolor de pequeñas heridas y de golpes leves. En mi uso personal, es una de los ungüentos que más utilizo por mi predisposición a tener rasguños debido a los trabajos manuales que ejerzo muy a menudo y que requieren de herramientas (martillos, clavos, punzones, etc). Para la elaboración de esta crema, necesitaremos solo tres ingredientes: cera de abeja (o cera de arroz), aceite de oliva virgen extra y pétalos secos de caléndula. Si quieres optar por añadir algún conservante natural como la vitamina E, puedes hacerlo.

Lista y recipientes

Ingredientes:

—Cera de abeja/cera de arroz

—Aceite de oliva virgen extra

—Pétalos de caléndula (secos)

—Vitamina E (opcional)

Primero, tendremos que preparar una olla con agua para realizar el oleato al baño maría. Procederemos a añadir el aceite de oliva y la cantidad se ajustará a lo que necesitéis. Lo que suelo hacer yo es mirar la capacidad de los recipientes y calculo cuánto aceite y cera necesitaré. Por supuesto, tendréis que observar bien vuestras operaciones, pues si ponéis poco aceite y mucha cera, la crema quedará algo dura. Lo que buscamos es la textura de un ungüento, así que hay que equilibrar la cantidad líquida que aporta el aceite y la cantidad sólida que nos facilita la cera.

Cuando hayamos puesto la cantidad de aceite que consideremos en la olla receptora, procederemos a encender el fuego y lo ajustaremos a una cocción lenta. Una vez veamos que el aceite comienza a calentarse, añadiremos los pétalos secos de caléndula. Los mismos tiene que quedar cubiertos de aceite, así que si se resisten, podemos ayudarnos de alguna espátula para mantenerlos en el fondo de la olla.

Oleato de caléndula al baño maría

Dejaremos que los pétalos descansen durante una hora y media, aproximadamente, en el aceite. Controlaremos en todo momento cómo se está desarrollando el producto y, al final del proceso, tendremos que notar cómo el color del aceite ha cambiado ligeramente a un tono anaranjado oscuro. Eso nos indicará que el oleato está listo. Procederemos, entonces, a colar el resultado y lo verteremos, después, en algún recipiente de vidrio esterilizado (¡mucho cuidado con el aceite caliente!). Mientras dejamos que se enfríe la elaboración, limpiaremos la misma olla que hemos usado para el oleato y añadiremos, ahora, la cera de abeja para que se derrita y consiga un estado líquido. Cuando obtengamos la cera ya disuelta, la juntaremos con el oleato de caléndula y comenzamos a mover la mezcla con algún utensilio. Esto permitirá que ambos elementos se mezclen y, además, nos ayudará a tener una consistencia mucho más cremosa. Si lo veis oportuno, podéis añadir la vitamina E mientras estáis con la mezcla.

Cera de abeja derritiéndose

Una vez hemos removido el ungüento, lo ubicaremos en algún recipiente para su posterior uso. Paulatinamente, la elaboración irá tomando un aspecto mucho más sólido debido a que la cera de abeja se irá endureciendo. Lo que suelo hacer yo es llevar la crema ya terminada a la nevera por unos diez minutos para que todo quede bien estable. En verano esto es imprescindible si vives en un clima mediterráneo, pero en invierno es bastante opcional.

Ungüento de caléndula terminado aún solidificándose

🧴 S E G U N D O   Ü N G U E N T O:  C R E M A   D E   A L O E   V E R A

Esta segunda crema está elaborada con productos que encontramos en la crema de caléndula, pero la diferencia que hallamos es que, por supuesto, añadimos un elemento acuoso, que es el gel de aloe vera. El que he usado yo proviene, también, de mi jardín, pero si no tienes a disposición esta planta, siempre puedes comprar sus hojas en alguna tienda especializada.

La aloe vera es una planta originaria de la Península Arábiga y se le ha atribuido, desde hace siglos, ciertas propiedades medicinales tópicas. Podríamos decir que tiene un parentesco en este aspecto con la caléndula.

El uso que suelo darle yo al ungüento de aloe es más bien hidratante. Ahora que estamos en una época donde el frío incide con agresividad en cada rincón de nuestra piel, no está de más dar un refuerzo extra al órgano más grande de nuestro cuerpo.

Así pues, para esta crema vamos a necesitar, de nuevo, cera de abeja y aceite de oliva virgen extra, pero añadiremos, además, unos cuantos ingredientes nuevos como son, por supuesto, el mismo gel de aloe vera, el aceite de almendras y la manteca de karité. Como en la receta de la crema de caléndula, está en tu juicio usar o no la vitamina E como conservante y aporte extra de hidratación.

Hojas de aloe vera purificadas

Ingredientes:

—Cera de abeja/cera de arroz

—Aceite de oliva virgen extra

—Gel de aloe vera (purificado)

—Manteca de karité

—Aceite de almendras

—Vitamina E (opcional)

Como habíamos visto en la anterior receta, tendremos que usar, de nuevo, la técnica del baño maría para la fundición de la manteca y de la cera. En este caso, el gel, que es la materia prima, no se someterá a temperaturas elevadas, sino que lo licuaremos.

Antes de nada, comenzaremos con el acto de purificación del gel, que no es nada más que poner la hoja cortada en un vaso de agua durante 24h para que expulse el látex, una sustancia ligeramente tóxica para el ser humano en dosis altas. Podremos notar con facilidad cuando la hoja esté totalmente lista, pues el agua se habrá tornado de un color anaranjado parecido al zumo de manzana concentrado.

Una vez nuestras hojas estén limpias, procederemos a cortarlas en pequeñas piezas y les quitaremos la corteza verde con la ayuda de un cuchillo. La técnica que suele funcionarme a mí es, primero, cortar los laterales donde están los pinchos y, luego, incidir sobre las láminas que quedan encima y debajo de la pieza.

Gel de aloe vera

Cuando tengamos todo el gel, procederemos a licuarlo. En mi caso, para que todo quede más homogéneo y tenga una consistencia un poco más líquida, suelo añadir un poco de agua potable en la mezcla, pero esto es totalmente opcional. Si llegas a observar que la elaboración tiene algo de espuma, eso es buena señal y significa que el gel se ha disuelto correctamente.

Gel todavía en proceso de licuado

Tocaría, en ese momento, colar la mezcla con un colador de rejilla. Como el gel de aloe vera suele ser bastante espeso, tardará unos cuantos minutos en finalizar el proceso. Puedes ayudarte, si quieres, de una cuchara o algún utensilio para remover lo que queda atrapado en el colador y así facilitar el filtrado.

Mientras nuestro gel se queda, a un lado, filtrándose, aprovecharemos el momento para encender el fuego y montar nuestras ollas para el baño maría. En este caso, lo que vamos a hacer es fundir la cera de abeja y la manteca de karité al mismo tiempo. Como comenté en la receta de la crema de caléndula, las cantidades van regidas a lo que consideréis y necesitéis, por eso, no suelo dar ningún tipo de indicación en cuanto a gramos o porciones.

Una vez tenemos todos los elementos desechos y unificados con el aceite de oliva, pasaremos la mezcla a algún recipiente de vidrio. Para que la elaboración no se solidifique por la acción de la cera de abeja, removeremos bien con algún utensilio. Cuando haya enfriado un poco, añadiremos, paulatinamente, el gel de aloe vera que habíamos dejado reposar e iremos batiendo y batiendo sin parar. Poco a poco, el producto irá tomando una textura cremosa y veremos que el color irá, gradualmente, tomando un aspecto más pálido. Es en este momento donde añadiremos el aceite de almendras (aquí suelo añadir una cucharada pequeña). Seguimos removiendo bien hasta que nos quede todo bien mezclado. Si quieres echar la vitamina E, este sería el momento.

Si hemos usado bastante gel, la crema quedará algo líquida, pero eso no es un problema grave. Lo digo, precisamente, porque a mí me ocurrió y esto, en realidad, nos facilitará el traspaso de la elaboración a su recipiente definitivo. Una vez lo tengamos listo, procederemos a dejarlo por unos diez o quince minutos en la nevera. Con esto, la cera de abeja y la manteca de karité provocarán que toda la crema comience a solidificarse un poco. Cuando lo saquemos del frío, podremos notar como la consistencia del ungüento ha cambiado y ahora es mucho más parecido a lo que tiene que ser.

Ungüento de aloe vera finalizado

🧴 T E R C E R   Ü N G U E N T O:  C R E M A   D E   R O M E R O

Esta última crema tiene como planta base el romero, un vegetal, como la caléndula, originario de la región mediterránea. Este pequeño arbusto comparte ciertas propiedades medicinales tópicas como las plantas que hemos visto en las otras dos recetas. En esta elaboración usaremos, como representación de este vegetal, el aceite esencial de romero. Podemos elaborar nosotros mismos el aceite si disponemos de un alambique y de grandes cantidades de esta planta, pero, si estás en la misma situación que yo, puedes recurrir a una tienda especializada en cosmética natural para conseguir esta medicina concentrada.

Esta crema la he clasificado dentro de los ungüentos indicados para la hidratación personalizada del rostro, una zona de nuestro cuerpo que requiere una especial atención. Para ponernos manos a la obra, necesitaremos, nuevamente, manteca de karité, aceite de oliva virgen extra, aceite de almendras y, en especial, el aceite esencial de romero. De nuevo, la aplicación de la vitamina E queda como un aporte opcional.

Ingredientes:

—Manteca de karité

—Aceite de almendras

—Aceite de oliva virgen extra

—Aceite esencial de romero

—Vitamina E (opcional)

Para esta elaboración, pondremos, de nuevo, nuestras ollas listas para un baño maría y añadiremos el aceite de oliva y la manteca de karité. Una vez la manteca se ha derretido, la sacaremos del fuego y, como en la receta de la crema de aloe vera, comenzaremos a batir para que no solidifique. En este mismo instante, mientras seguimos removiendo la mezcla, añadiremos el aceite de almendras y unas diez gotas de aceite esencial de romero (si quieres que la crema tenga mucho más aroma, puedes aumentar la dosis).

Manteca de karité y aceite de oliva al baño maría
La consistencia que debe quedar una vez hemos batido la mezcla

Después de remover, usaremos una licuadora o batidora para conseguir la textura que estamos buscando, que es la de una crema de color blanquecino. La imagen que tendríamos que ver es como una especie de nata. Si conseguimos llegar a este punto, la crema estará lista y podremos llevarla a su recipiente definitivo. Podemos, también, llevar el ungüento a la nevera como hemos hecho con la crema de aloe vera para que se endurezca y sea, así, mucho más manipulable. ¡Y ya la tendríamos lista!

🧴 R E M E D I O   E X T R A:   D E S O D O R A N T E   S Ó L I D O

El siguiente producto no es un remedio en sí, pero tiene propiedades nutritivas excelentes para aquellos que tienen pieles especialmente sensibles. Desde hace mucho, tenía la idea de hacer un desodorante libre de químicos. Investigué sobre cómo hacer uno de forma artesanal y di con varias recetas que tenían un ingrediente, en especial, que me tiraba bastante para atrás: el bicarbonato de sodio. Este mismo es muy común verlo en nuestras cocinas y tiene infinidad de usos, pero no lo veía especialmente indicado para una elaboración que va a ir directamente a la piel y, en concreto, a una de las zonas más sensibles de nuestro cuerpo. El bicarbonato tiene un pH muy elevado, alterando así nuestro pH natural, con lo cual, en pieles delicadas, esto puede provocar cierta irritación. Es por eso que en la receta siguiente he obviado este ingrediente y he añadido de otros que no alteran la barrera protectora natural de nuestra piel.

Contaremos, de nuevo, con el aceite esencial de romero, con la manteca de karité y la cera de abeja. Sin embargo, añadiremos dos ingredientes más que no hemos visto en las anteriores recetas: el aceite de coco y la maicena. En este caso, no he añadido la vitamina E, pero si quieres integrarla en la elaboración puedes hacerlo.

Aceite de coco, manteca de karité y cera de abeja al baño maría

Ingredientes:

—Manteca de karité

—Aceite de coco

—Cera de abeja/cera de arroz

—Aceite esencial de romero

—Maicena (harina de maíz)

Lo primero que vamos a hacer es colocar, otra vez, nuestras ollas para ejecutar un baño maría. En la olla receptora pondremos la manteca de karité, la cera de abeja y el aceite de coco y esperaremos a que los tres ingredientes queden totalmente derretidos. Mientras tanto, vamos colocando en un cuenco un poco de maicena y vamos estimando lo que vamos a necesitar.

Una vez los tres ingredientes principales se han desecho, los añadiremos en un nuevo recipiente. Iremos batiendo para que todo siga quedando líquido. En este mismo momento, iremos añadiendo, poco a poco, la maicena. Remarco que debe ser algo paulatino porque tenemos que llegar a la textura que queremos, que es cremosa, pero al punto de que puedes tener un desodorante sólido que no se rompe y es suave.

Mientras seguimos removiendo y vamos estudiando el aspecto que va tomando nuestro desodorante, podemos aprovechar para añadir las gotas de aceite esencial de romero. Aquí recomiendo tan solo diez, pero si te gusta el aroma siempre puedes añadir más.

Maicena

Cuando la mezcla tenga una consistencia bastante cremosa, casi como si fuese un yogur, dejaremos de remover y traspasaremos la elaboración a su recipiente final (yo usé un contenedor metálico pequeño). Una vez lo tengamos listo en su envase definitivo, lo llevaremos a la nevera y lo dejaremos unos diez minutos para que consiga un cuerpo sólido pero suave al pasar los dedos. Pasado este tiempo, el desodorante estará listo para usar.

📦  E N T R E G A   F I N A L

Como curiosidad, os explicaré que todos estos productos que he elaborado han sido un regalo de Navidad para mi padre. Aproveché que tenía que hacerlos para documentar el proceso de los mismos y estuve, también, pensando en cómo diseñaría la presentación del regalo.

(De izquierda a derecha): crema de caléndula, desodorante sólido, crema de aloe vera y crema de romero

Usé recipientes de vidrio, previamente esterilizados, para verter todas las cremas. En un primer momento, pensé en las latas metálicas redondas que solemos ver en productos de cosmética natural, pero quise dar otro toque al regalo y busqué un envase donde se podría observar, a simple vista, la tonalidad y la consistencia del ungüento. La desventaja de usar tarros de vidrio es que permiten el paso de la luz solar al producto, por lo que hay que guardarlos en armarios o en algún lugar donde haya plena oscuridad.

El tema del embalaje era algo que tenía muy bien pensado desde el principio. Comencé escribiendo en pequeñas hojas la funcionalidad de las cremas y su aplicación. Cuando terminé de anotar en todas las hojas informativas, las guardé en unos pequeños sobres que irían atados al cuello del recipiente con una cuerda de cáñamo. La estética y la utilidad siempre van de la mano cuando hago este tipo de cosas.

Hojas informativas de los remedios artesanales hechos

Aproveché que los sobres cabían perfectamente en la caja que seleccioné para hacer separadores entre las cremas. Dentro de la misma caja añadí papel reciclado y heno para dar ese toque más minimalista y natural (porque siempre busco ese toque naturalista).

Ungüentos en su caja

Esperé a que llegase el veinticinco de diciembre para ver la reacción de mi padre al abrir el regalo. Le expliqué minuciosamente para qué servía cada crema mientras él abría los botecitos para oler los distintos aromas que convergían. Sabía que el regalo iba a sorprenderle, pues estuvo pidiéndome este tipo de ungüentos desde hace bastante tiempo. Él conoce muy bien mi habilidad herbolaria y siempre recurre a mí cuando tiene alguna molestia y me pregunta qué planta puede aliviarlo. Y, la verdad, me siento muy privilegiada.

¡Bueno! Y hasta aquí mi primera entrada sobre remedios naturales. Espero que te haya servido toda la información aquí expuesta y espero, también, que te animes a probar todo lo positivo que trae la cosmética natural y la herbolaria. La verdad es que nunca pierdes nada y lo que se gana es increíble…

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